El Retrogenerador del Tiempo

Autor: Juan Pablo Rivera

Categoría: Cuento Policiaco Largo

El relato que a continuación podrán leer es una fascinante historia que ha sido escrita por Juan Pablo Rivera. En ella el autor echa a volar la imaginación para entregarnos un gran cuento policiaco largo. En esta obra se da cita el misterio y la ciencia ficción; ingredientes que te atraparán.

Para los amantes del género thriller y el cuento policiaco largo, resultará de interés esta trepidante historia de suspenso y ficción. El relato es presentado por capítulos, esperamos que les resulte entretenido y que ojalá lo compartan con sus familiares y amigos; así este proyecto podrá crecer. Sin más dilación, aquí se los dejamos.

Índice

Franklin

Cuando encontraron en el parque “Dublin” a aquél manifiesto humano de huesos;  tirado, semioculto entre un “enjambre” de ramas, hojas y espinas, los voluntarios del Cuerpo de Rescate número ocho  del Municipio de “Calderas”, pensaron que estaba sin vida, pero se sorprendieron al descubrir que aun respiraba.  Carlton, oficial a cargo de la operación en turno, dio órdenes precisas para que de inmediato, el “vagabundo” fuera llevado al Centro Médico Suroriente de la Ciudad.

Al ver el “delgado remanente” de carne pegado al esqueleto, el personal de traslados sintió que la camilla cruzaba sola, en tara, sin peso adicional,  sin paciente alguno aquella puerta blanca del Hospital. El medico en turno y las enfermeras quedaron estupefactos al ver el “cadáver viviente” del desconocido, lo pasaron de inmediato a la sala de cuidados intensivos para correr los procedimientos habituales, después de evaluar los signos vitales del enfermo lo pusieron en una especie de incubadora, a falta de algún documento que permitiera identificarlo, le dieron el nombre de Franklin.

A Vanessa, detective de primer nivel del Departamento de Justicia del Condado le dieron el caso para que indagara todo sobre “Franklin”, no era común que en “Ciudad Madeiras” se presentara una situación como aquella y se hizo un escándalo noticioso en los medios de comunicación, la sociedad seguía muy de cerca el resultado de las investigaciones, la responsabilidad de la corporación Policiaca exigía obtener logros a la brevedad.

La primera ocasión que la detective visitó el nosocomio obtuvo muy pocos elementos como para hacer crecer su encomienda, le permitieron entrar a la sala intensiva solo bajo la supervisión en todo momento, del encargado del Hospital, después de haberle restregado en las narices la orden emitida por un juez Federal, a la Comisión de Salud del referido Instituto. Previos cuidados higiénicos entró la “representante de la Ley” en la habitación especial donde yacía dormido envuelto en sábanas blancas de algodón, el personaje que mantenía en zozobra a toda una comunidad.

Poco se podía hacer en aquella visita, conectado con tubos y cables a diversos aparatos era imposible siquiera tratar de hacer contacto con el convaleciente, Vane, como le decían sus amigos cercanos, tomó nota de todo lo que su instinto de sabueso le permitió de aquel personaje, hizo una descripción detallada del individuo: altura 1.85 metros aproximadamente, tez: blanca con manchas oscuras en manos y cara probablemente ocasionadas por la exposición prolongada a los rayos solares, figura: sumamente delgada con marcada desnutrición y deshidratación, ojos: grises con tonalidades azules, probablemente de descendencia caucásica por el cabello rubio largo, barba sobresaliente producto de meses sin afeitarse y por ultimo edad estimada: 57 años.

Vanessa pidió también autorización para analizar la ropa de Franklin, le entregaron una bolsa de color oscuro, en cuanto tomó asiento tras el escritorio de una pequeña oficina, a la que llegó cruzando prácticamente las instalaciones de la morgue, sintió el frio y respiró el olor a formol, no pudo dejar de sentir escalofríos tan solo de pensar que tarde o temprano todos tenemos que enfrentarnos al último de los flagelos: “la muerte”. El poco contenido de la bolsa fue fotografiado por la detective: una cajetilla de fósforos expedida en cortesía por el Hotel Cardival, cuyo domicilio sita cerca de la frontera imaginaria entre el municipio de Calderas y el condado de “Salvatierra”; un roída camisa con el logo de Industrias “Alfa”, empresa dedicada a la venta de artículos tecnológicos y de diversos materiales electrónicos y eléctricos, líder en su ramo, transnacional con sede principal en Múnich Alemania; y un pantalón en apariencia común y corriente confeccionado en mezclilla de color azul, con notables manchas de arcilla color rojiza tal vez, —posiblemente del lugar de donde proviene el individuo— pensó la investigadora.

Como primer paso y con la ayuda del laboratorio de criminología la representante de la ley, investigó los lugares más cercanos donde pudiera existir el tipo de tierra rojiza encontrado en el pantalón del “sin nombre”, los resultados fueron contundentes y precisos, solo existía un lugar cercano a las montañas y podía llegarse en auto manejando desde la Ciudad por espacio de nueve horas, el sitio colindaba con los Bosques del Condado Vecino cerca del Hotel Cardival. Vane, consideró que los datos representaban un gran avance pero acordó con el Jefe de Seguridad que no se diera nada a conocer a los medios de comunicación para no entorpecer las investigaciones subsecuentes. Esa misma noche la detective, ordenó sus maletas dispuesta a pasar los días que fuera necesario en el “Cardival” tenía la orden “mental” de develar el enigma en torno al “paciente desconocido”. Fueron horas de desvelo, los sentimientos encontrados entre ansiedad y calma extrema la inundaron impidiéndole lograr el sueño “absoluto”, las manecillas del fino reloj de pared se “devoraron” el tiempo hasta que apareció “el Rey de Luz” iluminándolo  todo.

La Elegancia del Cardival

Recorrer los caminos en “S”, respirando el frio helado del ocaso de otoño en las montañas, ver caer las “chispas” carentes de clorofila que dejaban poco a poco sin ropa a los grandes árboles, era para Vanessa algo especial, le recordaba cuando su padre la llevaba de paseo a las cabañas “Pearl” muy cerca de la cabecera municipal de Salvatierra, respiró hondo y exhaló con tal fuerza que empañó un poco el parabrisas del auto, el recuerdo y la nostalgia ameritaban la ocasión.

Al doblar a la derecha, donde concluía la terminación de la falda de uno de los cerros más elevados, miró al fondo de lado izquierdo la imponente construcción del  punto a donde se dirigía,  bajó la velocidad y viró para tomar un camino de terracería, condujo por espacio de 30 minutos hasta llegar a la reja principal, un guardia le dio las buenas tardes con una amabilidad que rayaba en la exageración para posteriormente tomarle sus datos personales y anotar en un cuaderno media carta, los datos del vehículo.

El Cardival elegante por su aspecto rústico, no se podría considerar como un hotel de cinco estrellas pero por su ubicación lo hacía ser un lugar sobresaliente y cómodo para la zona, su historia brevemente puede resumirse así: fue fundado en 1965 por su dueño el Señor Castrejón, a la muerte del rico inversionista lo estatizó el gobierno municipal en 1982 con la intención de transformarlo en  un lugar recreativo para uso exclusivo de funcionarios de alto nivel, presidenciables y miembros de la Cámara Parlamentaria. Al declive de la etapa que se llamó “la época de los excesos”, fue imposible para las administraciones posteriores conservar y mantener en buen estado aquel sitio, lo dejaron en completo abandono y al poco tiempo entró en remate, adquiriéndolo el “Consorcio Doskas, un grupo de inversionistas extranjeros de origen Griego, el precio de la operación expuesto por el Departamento Nacional de Transparencia fue de U.S $ 12.5 millones, lo que enardeció las críticas de algunos medios de comunicación que la consideraron como la operación fraudulenta del siglo dada las circunstancias precarias en que se encontraba el inmueble.

Una de las operaciones principales que notó Vane fue que antes de llegar al estacionamiento de la oficina de la recepción, el valet parking se hace cargo de los vehículos mientras que el botones descarga las maletas, dejando a los huéspedes en libertad para moverse tranquilamente dentro del albergue. Cuando terminó de registrarse como un inquilino común y corriente, Vanessa subió las escaleras seguida del portamaletas y metió la llave numerada con el 26 en aquella ranura, giró a la izquierda y el pestillo cedió,  después de entregarle una generosa propina, el “cargador” se despidió sonriente dejando el equipaje

La habitación olía a humedad, y las cortinas cegaban los escasos rayos de luz del atardecer que intentaban penetrar rompiendo aquellos trozos de tela sin lograrlo, Vane pasó la mano por el marco de la puerta para encontrar el “switch” y encender las luces, quedó fascinada con el cuarto, no pensó que fuera tan acogedor, a la derecha se encontró con una pequeña sala de estar compuesta de dos love seat, una mesa central y dos esquineras con sus respectivas lámparas de buró, a un lado una pequeña cocineta para preparar comida fría acompañada de dos bancos altos, al centro una chimenea eléctrica que además de generar calor poseía una pantalla electrónica que emitía destellos y sonidos  semejantes a los que produce la combustión de leños de verdad, por último y no menos importante, divisó una cama King size de lado izquierdo que la invitó a entregarse en los brazos del Dios del Sueño. Sin embargo, ni tarde ni perezosa, abrió las espesas cortinas hacia los lados, quería disfrutar del espectáculo del atardecer en aquellas montañas.

Al caer la noche la detective bajó al restaurant de comida internacional con la intención de cenar algo y de empezar a indagar sobre “Franklin”, —el lobby bar es el reservorio de secretos más grande por estos rumbos, allí puedo encontrar algo— pensó Vanessa. Se sentó junto a la pequeña barra de la cantina y contó diez bancos de madera, los cuales, en su mayoría se encontraban desocupados, aun así consideró que podría ser un buen sitio para tomar junto al lugar donde se preparan y se sirven las bebidas, conversar de algún tema “x” con el cantinero o simplemente mirar los diferentes videos que se proyectan en los televisores LED de 40 pulgadas. La detective miró un sobresaliente anuncio pegado del lado izquierdo de la zona donde despachaba el Barman, que exponía una invitación: «Los fines de semana el lugar se viste de gala, con la presentación de música en vivo tocada por grupos y artistas de la región, Bebidas nacionales 2 X 1 hasta las 24:00 horas».

El cantinero, continuamente interrumpido por los beodos, no aportó algún dato importante como para  ubicar la región montañosa donde prevalecía el tipo de terreno rojizo encontrado en las ropas del indigente, sin embargo, los meseros le indicaron a la Detective, que un poco más al norte, subiendo uno de los montes más elevados y representativos de la zona, encontraría la cabaña donde vivía Josep Sarmiento,  uno de los guías más reconocidos de la localidad. —El podrá ayudarla en su búsqueda— comentaron amablemente. Después de agradecer y de tomar unas cuantas copas más, Vanessa se despidió de la servidumbre y subió a su habitación, el efecto del alcohol no tardó en aparecer y en breve se quedó profundamente dormida.

Estás leyendo El Retrogenerador del Tiempo; un cuento policiaco largo escrito por Juan Pablo Rivera. Es un relato corto de misterio que está lleno de aventuras y ciencia ficción. Esperamos que lo estés disfrutando.

 

La Especialidad de un Buen Guía

Vanessa pensó que se encontraría con una construcción en decadencia “parchada” con gruesos “gajos de madera”, pero se llevó una sorpresa mayúscula: rodeada de una extraña aura de color verde brillante producto tal vez, del reflejo de los rayos solares y la espesa vegetación, ahí estaba la “cabaña” de Josep, de estilo modernista cimentada y construida con un llamativo ladrillo color beige, grandes ventanas con marco de aluminio y cristales polarizados, terraza de finos acabados con muebles artesanales de metal, un bonito jardín botánico  y un camino color tartán que daba al estacionamiento de la entrada principal, todo aquello era de lujo, y la decoración hacía gala de los buenos gustos del “rastreador”.

El Retrogenerador del Tiempo - Cuento Policiaco

Tocó el timbre de la puerta y al momento, se asomó un señor canoso de lentes que representaba unos 60 años de edad, bien perfumado, vestido con fina ropa y que sostenía en su mano izquierda un libro titulado “hunting from home” (La caza desde casa) de un escritor que le pareció familiar y a la vez desconocido: Paul Rotherdam.

—Buenos días, ¿en qué puedo servirle señorita? —sonrió a manera de anfitrión el guía de las montañas.

—Hola, soy la detective Vanessa Tyler del Departamento de Justicia del Condado de Calderas con sede en Ciudad Madeiras y quisiera hacerle unas preguntas —no quiso mentir.

—Claro, pase por favor y dígame de que se trata, ¿Gusta tomar un café? —ofreció el sexagenario.

—Se lo agradecería muchísimo, lo necesito, el viento acá afuera está congelando mi espíritu —respondió con sentido del humor la detective.

Mientras el agradable guía se tomaba la molestia de servir las bebidas, la investigadora recorrió rápidamente con la vista aquella estancia, el decorado contemporáneo en finos muebles europeos, reafirmaron la impresión del gusto exquisito del habitante de aquel lugar.

—Estoy acá para realizar una investigación sobre una persona desconocida a la que hemos llamado “Franklin”, creemos que proviene de las regiones montañosas de esta localidad, tal vez usted se haya enterado del caso por los medios de comunicación —comentó Vane, respirando el aroma del humeante café.

—Por supuesto, de hecho por cuestiones de seguridad, no he comentado con nadie lo que a continuación le platicaré a usted porque dicho sea de paso, me siento viejo y me he cansado de ser hostigado con persecuciones que parecen no tener fin —contestó el huésped misteriosamente, intrigando a Vanessa.

—Para empezar mi verdadero nombre es Brian Kasher, la gente de esta región me conoce simplemente como un guía pero la verdad es que tengo estudios avanzados en medicina, cuento con un doctorado en Neurología Molecular por una de las escuelasceuropeas más prestigiosas, ejercí mucho tiempo mi profesión hasta que mi curiosidad por resolver  indagaciones más profundas sobre el conocimiento humano me llevó a realizar investigaciones dentro de instalaciones escondidas en los nevados de difícil acceso pertenecientes al continente más grande del mundo. En todo ese tiempo, diez años aproximadamente, conviví y colaboré con personas de todas las nacionalidades que contaban con capacidades ilimitadas para entender el mundo, la materia y la no materia y que como yo, estaban allí solo para encontrar la comprensión teórica y práctica de las cosas en beneficio de la gente y del planeta —la mirada de “Josep” se entristeció,  le dio un generoso trago al recipiente y continuó.

—Como lo comenté anteriormente, en ese apartado medio, conocí un sin fin de científicos pero tuve la fortuna de conocer a uno en especial de nacionalidad Irlandesa que rebasaba los parámetros “normales” de todos ellos, solo supe su primer nombre y apellido: Charles Brennan y  de cariño le llamábamos “Alquimista” porque estaba seguro de haber encontrado los secretos para trasformar a conveniencia la materia. Al principio, pensamos que el  prolongado aislamiento de la civilización lo había enloquecido pero poco a poco lo que nos pareció demencia se tornó en lógica pura. Tal vez la estoy aburriendo con tanta historia —se detuvo el científico.

—No… para nada, continúe por favor, me interesa bastante escucharlo, de hecho me está ayudando bastante —respondió la representante de la Ley.

—Pues bien —prosiguió Brian—, las investigaciones de Charles lo aislaban del resto de nosotros durante las 24 horas todos los días, solía confundir el día con la noche y viceversa, la última vez que supe de él fue cuando nos reunimos  ante su llamado, quería explicarnos el avance y la próxima conclusión de uno de sus principales experimentos: “El Retrogenerador del Tiempo”, un ambicioso invento que revolucionaria la vida del planeta y de los seres vivos, traía consigo un grueso legajo de papeles con fórmulas cuánticas, planos, procedimientos, materiales y un minucioso estudio de tiempos y movimientos para la construcción del aparato en cuestión, al ver el entramado de cálculos quedamos sorprendidos, nos explicó con una lógica básica pero tan clara todo el proceso, que reventamos con aplausos la conclusión de su ponencia. Todo estaba en marcha, cada uno de nosotros nos esforzaríamos de ahí en adelante para hacer realidad aquel excelente proyecto.

—Pero, ¿De qué se trataba este proyecto, que era, que hacia esta máquina? —preguntó ansiosa Vanessa.

—Pensara que estoy loco como muchos —prosiguió el señor—, pero es mi deber contarle a alguien ajeno al mundo de la ciencia, de que el experimento concluyó satisfactoriamente, revelarle el secreto tiene como finalidad básica de que se actúe en consecuencia y lleve de viva voz, la esperanza para los más necesitados. “El Retrogenerador del Tiempo” tiene dos funciones, una de ellas consiste en modificar el clima de una región, además, tiene la capacidad de generar líneas paralelas de tiempo lo que crea la posibilidad de trasladarse de un lugar a otro en diferentes fechas. Ahora bien, ¿imagínese usted una zona completamente desértica convertida en un terreno fértil o donde ahora hay solo témpanos de hielo pueda haber siembras y cosechas todo el año?, en el mundo no cabría hambre y pobreza, esto desde luego, iría en contra a los intereses de los que más tienen, este invento es por lo tanto, enemigo de todos los potentados del mundo.

—Con el paso de los días —retomó el anciano— se obtuvieron los materiales correctos y adecuados para la construcción de aquel potente retro generador, todos nos empeñamos en hacer lo mejor pero no contábamos con la mano del depredador comercial, de los que se creen dueños del mundo y que amasan grandes fortunas con la desgracia de los demás, cuando estuvimos a punto de dar por terminado el fantástico aparato nos invadió un grupo de mercenarios pagados por los gobiernos que lo controlan todo, la mayoría de mis compañeros murieron ahí mismo, víctimas de las balas de aquellos cobardes, la persona a la que ustedes llaman “Franklin” y un servidor, logramos escapar y escondernos entre la espesa nieve y los árboles, arriesgando nuestras vidas entre escarpados acantilados del bosque, por espacio de días quizás semanas o meses, porque perdimos la orientación biológica y con ello, la noción del tiempo; guiados por el instinto, mi colega y yo, sobrevivimos para posteriormente regresar a las ruinas de lo que antes fuera nuestro centro de trabajo, el panorama se semejaba a los campos de muerte y desolación, todo fue devorado por las llamas provocadas por los infractores. Al día siguiente Charles abandonó las instalaciones sin despedirse dejándome solo el legajo de sus experimentos que había guardado celosamente dentro de aquel Laboratorio. En mi caso, durante años y hasta la fecha, sigo huyendo de los poderosos, he cambiado una decena de veces mi identidad y domicilio tratando de mantenerme a salvo. No supe del “Alquimista” hasta que vine a esta tierra, después me encuentro que ha sido trasladado a un hospital del Municipio contiguo, en un estado crítico de salud, me siento responsable por la seguridad de mi colega y por lo mismo quiero ayudar en todo lo que concierne a su bienestar.

Vanessa no podía dar crédito de todo lo que había escuchado, en muy poco tiempo estaba resuelto el caso del indigente sin nombre y además, tenía entre sus manos una historia maravillosa, no pudo más que estrechar la mano de aquel científico y darle un fuerte abrazo. La mirada serena y firme de Brian, Josep o como se llamara, le confirmaba que confiaba en ella.

Se despidió con la promesa de regresar lo antes posible, durante su trayecto la nostalgia de los viejos y buenos tiempos la invadió, le daba vuelta una y otra vez al fantasioso relato que le contara el que ahora consideraba su amigo lo importante en todo caso es que había resuelto completito el enigma que había traído en jaque a las autoridades.

El Retorno a la Realidad

Vanessa no quería regresar a Ciudad Madeiras, se acomodaba tan a gusto en aquel hotel, el bosque, respirar aire puro, el excelente clima libre de contaminación, sin el estresante ruido de la orbe, pero a la vez, le urgía la necesidad de volver, visitar en el hospital al para ella, “ex extraño” tener largas charlas con él, comentarle que su amigo y colega estaba bien, la emoción de aclarar muchas cosas con el gran científico inventor del “Retrogenerador del Tiempo” a pesar de su escepticismo, le hacía continuar con aquella “fantasía” de cuento; llegó al Cardival, cuando la luz natural estaba extinta, se sentía extremadamente cansada pero “henchida” de satisfacción por el deber cumplido.

El personal la recibió con una extraña amabilidad, como si fueran cómplices del gran secreto que acababa de atesorar en su pecho.

—Debo calmarme, estoy alucinando, viendo cosas que no son —pensó la Detective.

Abrió la puerta del 26 y se internó en la habitación, afuera, la bulla del fin de semana rompía el silencio pero estaba tan agotada como para tratar de ser un “inquilino activo” de aquella fiesta, que se arropó para gozar del calor de los cobertores, antes de caer por completo en un sueño profundo,  escuchó una suave música de épocas pasadas, un grupo amenizaba en vivo, tal como lo había leído en aquel letrero ubicado en el Bar del Hostal.

Mucho antes de que amaneciera, la investigadora tomó una ducha con la intención de despejarse la recurrente somnolencia, no quería correr riesgos en carretera, nueve horas conduciendo parecen un siglo para cualquier conductor en solitario. Bajó a recepción, liquidó la cuenta de su estancia y se despidió amablemente del personal, pasó por un café al restaurante mientras que el mismo “carga equipaje” le ayudaba a subir sus pertenencias al auto, que eficientemente minutos antes había estacionado el personal del valet parking. Se despidió de todos con una sincera sonrisa, evocó un ligero “dolorcito” en el alma, como si abandonará a personas que hubiera conocido toda la vida.

En la última puerta la esperaba el guardia, a diferencia de antes, no percibió ninguna “amabilidad forzada”, al contrario, sintió la sinceridad en las palabras del vigilante: «Que tenga buen viaje, cuídese y regrese pronto, aquí la estaremos esperando». El camino se le hizo mucho más ameno, corto y condujo con una facilidad y confianza mucho mayor que al principio, la tarde caía cuando vio asomarse a lo lejos las casas de la enturbiada urbe, para Vanessa aquello fue como un chasquido de dedos que la devolvió a la realidad, la embargó una angustiosa pena, por primera vez pensó en todas las horas desperdiciadas tratando de aferrarse al complejo estilo de vida de aquella “borla” de cemento y acero. Sonó la entonada melodía de su móvil, que curiosamente no había escuchado desde que saliera de Cd. Madeiras, al otro lado de la imaginaria línea, estaba el Jefe de Seguridad haciéndole un sinnúmero de preguntas de trabajo, torpemente trató de hacer un resumen pero estaba tan aturdida que mejor acordó verlo al día siguiente en su oficina para reordenar la exposición del caso.

El informe de Vanessa se limitó a develar la identidad de “Franklin”, el valor de su secrecía era muy importante como para dar a conocer a todo el mundo el relato “fantasioso” que llevaba en su memoria; necesitaba primero, aclarar dudas y recabar información directa con Charles para después cumplir la promesa de mencionar que el Retrogenerador del Tiempo era algo real. Su jefe no quedó del todo satisfecho con la recopilación de datos que le presentara su “detective estrella” sin embargo, no quiso hacer polvo de aquel “terrón de lodo”, era más importante quedar bien con los medios de comunicación y demostrar que el Departamento que presidia era eficiente en la resolución de cualquier encrucijada.

Hubo necesidad de hacer algunas investigaciones extra-campo y otras por la vía telefónica y aún mas, por internet para parchar los vacíos del reporte primario, una vez que el Líder del Departamento concluyó el expediente, citó a los medios informativos para que asistieran a una conferencia donde daría a conocer de manera exclusiva el cierre de las indagaciones sobre el extraño sujeto encontrado en el parque Dublín, el texto que vociferó el Jefe en turno, rezaba más o menos así:

«—Siendo las 11:30 horas del día lunes 2X del mes de Diciexxxx del año 20xx, los hemos citado para hacer de su conocimiento la conclusión de la investigación del ser humano que hasta hoy habíamos denominado “Franklin”.  El Departamento de Seguridad le confirió el trabajo a una de las detectives más confiables, capaces y eficientes, logrando en poco tiempo resolver el misterioso caso que ya todos conocemos. La identidad de la persona confinada en el Hospital corresponde al nombre  Charles Brennan de nacionalidad Irlandesa, trabajó mucho tiempo para los Laboratorios Henson en una de sus sedes ubicada en Asia Central, después de obtener su jubilación solicitó su estadía en este país para continuar con experimentos biológicos de bajo presupuesto. De acuerdo a los reportes médicos, su retiro apartado de la civilización, lo condujo a mostrar comportamientos seniles mucho más rápido de lo normal con las consecuencias que ya todos conocemos. Muchas gracias por su atención, es todo por hoy, no tenemos nada más que agregar, cualquier pregunta háganla llegar por favor a través de medios electrónicos y la responderemos a la brevedad posible —cortó de tajo la conferencia el Jefe, cerrando el legajo de hojas al tiempo que intentaba salir rápidamente de aquel recinto esquivando una lluvia de preguntas».

Vanessa no podía dar crédito de lo que había escuchado, estaba molesta, decepcionada de su Jefe, gran parte de los datos que había sacado a la luz, carecían de evidencia sin embargo, optó por no decir nada, quería darle vuelta a la pesada página del oscuro expediente, finalmente lo que le importaba ahora era visitar y platicar con Charles sobre el extraño aparato de su invención.

La Primera Prueba

Aquella tarde invernal, Vane llegó al Hospital, su agitada respiración demostraba su ansiedad, entró caminando por la rampa de emergencias para evitar ser vista por el cúmulo de gente que normalmente se hace en los centros médicos públicos, pidió autorización para mirar al enfermo de la cama 387, le entregaron un gafete, anotaron sus generales en un pequeño cuaderno de registros, se colgó su bolso y tomó apresurada el elevador evitando las escaleras, su intención era llegar lo antes posible al piso 3 de aquel edificio.

Mientras subía, su cabeza se llenó de un sinnúmero de pensamientos, cruzar la puerta del elevador para llegar al sitio donde se encontraba el más grande de los científicos aún desconocido para el mundo, tenía una importancia mayúscula, y sobre todo, ser ella quien  develara el secreto del “revolucionario invento” representaba lo máximo. Su cuerpo sentía ligeros hormigueos y tenía la sensación de estar volando, por encima del piso blanco y brillante de aquel nosocomio, podía sentir las pulsaciones de su corazón y el torrente sanguíneo circulando por las autopistas veniales.

Ahí estaba por fin frente al letreo 385-400 que la dividía entre lo real y lo imaginario, dispuesta a realizar por primera vez la investigación más importante de toda su vida. Giró lentamente la chapa y empujó de igual forma aquel rectángulo de madera y lámina, volteó a su izquierda para orientarse y encontró el número que buscaba, deslizó con su temblorosa mano la cortina que cubría a manera de “privacidad” la pequeña estancia y su sorpresa fue mayúscula, el paciente en cuestión era una anciana cuyo nombre resaltaba en una hoja colgada en la cabecera: “Ruth García”.

Vane salió rápidamente de aquella habitación para pasar directamente a las oficinas administrativas e indagar con el paradero de Charles, todo lo contrario a cuando llegara, sentía pesado su cuerpo, le costaba caminar y hasta respirar, los pisos del edifico le parecieron sucios y el panorama ambiental se le hizo denigrante. «¿Cómo es posible que le llamen Hospital a esta pocilga». Murmuró entre dientes.

Al llegar al modulo de información se presentó altanera al tiempo que mostraba su identidad policial.

—Soy la Detective Vanessa Lara, estoy a cargo de la investigación del Señor “Franklin”, necesito por favor que me indiquen en qué situación de salud se encuentra y que me permitan realizarle unas preguntas a la mayor brevedad posible.

—Permítame por favor tome asiento mientras busco los datos de la persona —respondió la encargada.

Cinco  minutos que duró la búsqueda le parecieron eternos a la Investigadora. Por fin, habló la mujer del mostrador.

—Lo siento mucho Señorita, pero no tenemos ningún registro de algún paciente con ese nombre, si gusta puede hacer una cita con el Director del Hospital para que aclare la situación.

—¿Cómo es posible que no tengan ningún registro del paciente, si yo misma lo visité hace una semana aquí en este mal llamado Centro de Salud? —reclamó groseramente la Policía.

—Voy a solicitar al Juez Federal que gire una orden de cateo de inmediato, haré que les revisen hasta el último rincón de este lugar —arremetió Vane mientras salía a toda velocidad.

En el estacionamiento, un poco más tranquila, iba haciendo conjeturas inverosímiles sobre el paradero de Brennan, desactivó la alarma del vehículo y abrió la puerta en automático para ponerse frente al volante sin percatarse siquiera del paquete que le habían dejado en el parabrisas. Un sobre tamaño carta manila cubría el cuerpo de un grueso libro, salió de un salto del automóvil y recogió la extraña correspondencia. Rápidamente rompió el sobre para extraer el contenido, encontró una postal que parecía corresponder al edifico central de Gobierno pero recordó que la construcción no lucía para nada moderno en comparación con el de la imagen; al reverso, con letra manuscrita leyó la frase: “Primera Prueba”. Cogió el libro y con solo mirar la carátula se trasladó de inmediato a la zona serrana, “Hunting From Home” de Paul Rotherdam, un tipo de unos 45 años de edad, con prominentes anteojos, cabello escaso y barba tupida, cuya fotografía encabezaba la contratapa del compendio, seguida de una breve descripción de su hoja de vida y del tema principal de la novela.

¿Qué era todo aquello?, ¿Qué había pasado con Charles?, ¿Qué significaban las palabras, primera prueba?, su mente se inundó de interrogantes sin respuestas, de lo que si estaba segura era de que el libro lo había visto en manos de Brian Kasher,  y que muy probablemente,  él mismo habría dejado aquella extraña misiva.

El instinto policial de Vanessa la llevó primero a investigar al autor del libro, le parecía familiar el nombre y pensó que podría representar el punto de partida para iniciar con sus indagaciones. Hizo lo que no había hecho durante muchos años: entrar a la biblioteca pública más antigua del Condado conocida popularmente por el nombre de “Luz de Noche”.

Le asignaron un cubículo equipado con computadora de escritorio y otras herramientas como lámpara, lupa, lapiceros, block de hojas, etc. Buscó afanosamente en el sistema los libros en existencia por autor sin encontrar absolutamente nada acerca de Rotherdam. Decidió entonces indagar en la hemeroteca virtual de la institución, su sorpresa se salió de control cuando encontró la  página de un Diario fechado un año atrás, cuyo encabezado decía:

«Niño Genio: Paul Rotherdam, gana el premio Proyecto de poesía, y recibe de manos del presidente municipal el preciado galardón. Este reconocimiento se entrega cada año por la Casa Nobel con la intención de motivar el espíritu del escritor infantil que apenas empieza en el largo  camino de las letras».

Ahí estaba la primera prueba de la existencia del “fenomenal aparato” frente a sus ojos que aun viendo, no daban crédito. Sintió un gusto enorme, unas ganas inmensas de continuar con la comitiva que se había trazado, tenía que realizar unos ajustes en su vida, tomarse unos días a cuenta de vacaciones para regresar a la zona serrana del municipio de Salvatierra.

Llegó a su departamento para preparar psicológicamente lo que tenía que decirle a su jefe inmediato, tal vez se justificaría diciéndole que se sentía cansada de tanto trabajo, era lo más sencillo, sin mentir en demasía y anulando cualquier indagatoria que pudieran hacerle. Dentro de una pequeña maleta acomodó la ropa y los artículos personales calculando tomarse cinco días en el Hotel Cardival, tiempo que consideró más que razonable para resolver todo aquel misterio del Retrogenerador del Tiempo.

Esa noche Vane tuvo un sueño, un presagio tal vez, se vio a sí misma al borde de un escarpado abismo en una de las montañas del municipio aledaño, vestía una capa de color dorado mate y usaba una bisutería extraña de colores llamativos que brillaban con una luz que la cegaba de tal manera que no podía ver mas allá de la extensión de sus manos, alrededor, escuchaba gritos de alguien que trataba de prevenirla del peligro en el que se encontraba si continuaba tan cerca del precipicio, pero no le hacía caso. De pronto el escenario a su alrededor cambió, el destello de los cristales que la adornaban cesó por completo y pudo ver el fondo del empedrado acantilado. Un fuerte vértigo hizo que diera un paso hacia adelante perdiendo el equilibrio para posteriormente caer irremediablemente hacia el vacío; podía sentir el aire deformando su rostro, se desmayó para volver en sí, encima de una cama de hojas secas, en ese momento, el sonido de la alarma del reloj la despertó de un sobresalto, eran las 6:00 a.m. hora de levantarse para llegar temprano a la oficina, aclarar los pendientes y solicitar el permiso correspondiente.

Puso en orden el montón de hojas regadas en el escritorio, salió al pasillo central de la oficina y recorrió la estancia hasta llegar a la cocineta, se preparó una taza de café. En el edificio apenas llegaban algunos de sus colegas que amable y extrañada mente le daban los buenos días, no era común verla tan temprano en el Departamento. Regresó a su escritorio para sentarse cómodamente en el sillón reclinable y saborear la bebida. Mientras llegaba su Jefe, hizo en su mente todo el itinerario del viaje, se sintió agotada tan solo de imaginarse el recorrido que tenía que emprender pero la emoción que la embargaba era tan grande que todas sus energías las depositaba en una sola meta: “El Retrogenerador del Tiempo”.

Café con Vientos

De nueva cuenta, recorrió el inevitable vector ascendente de la carretera federal, antes de entrar a la zona donde abundaban los pinos hizo un breve receso en una tienda de conveniencia para comprar un café y algunos bocadillos que le hicieran más amable el camino. Al salir del mercado, se topó con un señor de edad avanzada vestido con un desgastado atuendo que le extendía la mano pidiéndole un poco de caridad, no recordaba siquiera haber visto aquel centro de autoservicio días antes cuando ingresara por primera vez a la zona de Salvatierra. Pero pensó que su corta visión analítica al manejar, le había impedido observar detenidamente los alrededores, subió nuevamente al vehículo dispuesta a continuar el viaje de su vida. Apenas había subido unas cuentas curvas hacia arriba cuando perdió completamente la orientación, sus sentidos le indicaban que la ruta era la correcta pero la lógica visual se negaba a aceptarlo rotundamente, un viento fuerte que arrastraba polvo y hojarascas la obligó a detenerse, dirigió la marcha lentamente hacia la derecha para ubicarse en la acera preventiva, ingirió apacible el contenido que resguardaba aquel vaso térmico. Afuera el vendaval continuaba chocando contra su vehículo provocando ligeros vaivenes semejantes al de las embarcaciones. Después de unos minutos suspiró aliviada, el torrente había cesado. «¡Vaya tiempo loco!» pensó moviendo la cabeza.

Notó que la vegetación era mucho más abundante, a pesar de su condición de conductor distraído, era inevitable no darse cuenta, a partir de ahí, manejó rodeada de exquisitas alfombras verdes, llenas de vida, hasta llegar al Cardival. El entorno multiplicó su asombro, el alojamiento estaba totalmente cambiado, la entrada contaba con agudos sistemas electrónicos de alta seguridad, el empedrado había sido sustituido por elegantes rectángulos de losetas de cerámica, en pocas palabras, el hotel había dejado de ser rustico.

El personal también era totalmente diferente al que ella había conocido, no hizo ningún comentario al respecto, simplemente, se limitó a solicitar su registro en el mostrador de la recepción y pidió que le asignaran la misma habitación, se sorprendió al extender la mano y recibir una tarjeta magnética con el número romano XXVI en lugar de “la clásica llave”. Subió por las escaleras eléctricas y caminó aprisa por el pasillo principal, deslizó el plástico por la chapa de seguridad, abriéndose lenta y automáticamente la pesada hoja de metal con simulaciones de acabado en madera. El interior de la habitación conservaba algunas cosas que antes ya estaban, el cambio más sobresaliente, podía notarse en la decoración del tapiz, las cortinas y la alfombra eran totalmente diferentes, el confort era ligeramente mayor que antes. Se preparó para dormir, se sentía agotada por tantas sorpresas, un profundo silencio invadió sus tímpanos al grado de que podía escuchar lo inaudible de sus secretos, después de unos minutos, el sueño la venció por completo entrecortando sus pensamientos.

La alarma del reloj de péndulo que colgaba de la pared principal del cuarto la despertó a las 7:00 a.m., tal vez, algún inquilino que estuvo anteriormente, la dejó activada —pensó al tiempo de que abría su boca bostezando y estirándose de pies a cabeza—.  Tomó una ducha y bajó al Restaurante, pidió algo ligero: fruta de temporada, jugo de naranja, café y agua natural. Liquidó en efectivo la cuenta y salió de inmediato con rumbo a la cabaña de Brian Kasher, quería estrechar su mano, contarle lo sorprendida que estaba, necesitaba conocer más del proyecto que corregiría el presente y beneficiaria el futuro de las próximas generaciones.

Su emoción se desvaneció por completo al encontrar en ruinas la cabaña que en su momento miró moderna e imponente, ahora, una destartalada y olvidada construcción de madera de pino ocupaba aquel espacio. Bajó temblando del auto, y se dirigió cabizbaja, con pesados pasos hacia lo que quedaba de puerta. Se introdujo en aquel polvoriento lugar para tratar de entender que era lo que había pasado. «¿Estaré volviéndome loca?, ¿soñé?, ¿me imaginé cosas que no eran?, ¿Qué pasa conmigo?» invadió su mente de ansiosas interrogantes.

En una mesa de madera sobresalía un maletín metálico sumamente limpio que contrastaba con la suciedad de la vivienda, podía leerse un “post it” que tenía la siguiente combinación para abrir la valija: 120 295. Ansiosamente ordenó los números de los dos seguros y botó las pestañas. En su interior había dos sobres, uno que decía: “con atención, amor y cariño para mi pequeña Vanessa”. Lo que encontró al abrirlo la dejó totalmente desquebrajada, una serie de fotografías ordenadas cronológicamente le hicieron descubrir una terrible verdad. Ahí estaba ella de bebé en brazos de Charles Brennan “El Alquimista”, después aparecía en otras imágenes, ya en brazos de aquellos a los que siempre consideró como sus padres. Una carta dirigida a su persona y firmada por “El Científico” despejaron sus dudas. El miedo la invadió, la desconfianza de no ser quien creía ser la llenó de una terrible angustia, se dejó caer al suelo, sin poder contener el llanto, respirando con dificultad, gritó sin poder escucharse a sí misma, sus oídos, sus sentidos, su mente, estaban totalmente bloqueados por aquella sorpresa. ¿Con quién podría aclarar en definitiva la historia de su vida, si sus padres o sus benefactores hacia años habían muerto? Antes de desvanecerse, entendió que todo lo que le había sucedido era parte del proyecto y no, algo circunstancial.

Abrió los ojos al tiempo que escuchó el balido de un animal, había recuperado la calma, se incorporó lentamente y abrió el otro sobre para encontrarse con un “machote” de hojas que contenían avanzadas formulas matemáticas, complejos esquemas electrónicos, diagramas súper confusos y un mapa conceptual del uso correcto del “Retrogenerador del Tiempo”. Descubrió que la cabaña moderna era en sí, el aparato en cuestión, los destellos de luz eran el reflejo del efecto funcional del mismo, vinieron a su mente, los momentos nostálgicos y confusos que vivió durante todo aquella aventura, los cambios drásticos del Cardival, la música de otros tiempos, los adornos mezcla moderna con antigüedad, los extraños vientos, los cambios climáticos, la ausencia de señal telefónica. Tal vez, sin darse cuenta recorrió los vórtices del tiempo-espacio y pudo disfrutar de los agradables efectos provocados por el maravilloso objeto. Nadie estaba allí para aclarárselo en persona, solo aquel mazo de papeles ininteligibles para ella.

Al fondo, una de las hojas preservaba la leyenda: “SEGUNDA Y ULTIMA PRUEBA, “Resguárdalo, ahora es tuyo: con amor: C.B.”

Recuperada del impacto emocional, guardó los sobres en la maleta y caminó vacilante hacia el vehículo,  tomó la vereda por donde había llegado pero curiosamente sintió la necesidad de subir por un camino hacia la montaña más alta de aquella cordillera. Los pequeños espacios de la senda parecían reducirse cada vez que avanzaba. Logró llegar a la cima, bajó de la camioneta y se dirigió hacia el barranco, extrañamente atraída, magnetizada, empujada por el fuerte viento que corría, quedó al pie del despeñadero, al fondo se miraba una especie de luz intensa de color verde esmeralda, no pasó mucho tiempo, sintió que pequeños algodones helados tocaban su rostro, sonrió, dio gracias a Dios y le pidió valor para aclarar su presente y enfrentar el futuro.

FIN

Este relato de aventuras y suspenso es un cuento policiaco largo que esperamos les haya gustado. Le agradecemos enormemente a Juan Pablo Rivera por su colaboración. También les hacemos la invitación a seguir visitando el sitio, pues aquí se busca promover la lectura. Para leer más historias de ciencia ficción pedimos su apoyo en la difusión del presente proyecto literario.

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