Dos Intrusas
Los cuentos de terror y misterio, son relatos cortos que encierran grandes enigmas. Estas historias resultan atrapantes para cualquiera, pues llevan al lector por rumbos desconocidos. Lo transportan a mundos imaginarios, en donde el miedo y la curiosidad salen del letargo.
A las personas, siempre les han cautivado los cuentos de misterio y terror. A veces, este tipo de relatos pueden estar basados en leyendas populares. Es el caso de Dos Intrusas, una historia campirana que más a adelante te vamos a presentar.
Desde tiempos lejanos, en los pueblos mexicanos circulan infinidad de rumores. La gente contaba sucesos pasados, que luego iban a convertirse en leyenda. De esos antiguos relatos, se obtuvo la idea para crear este cuento de misterio y terror, te invitamos a disfrutarlo.
Dos Intrusas
Autor: Luis Bustillos Sosa
Aquella tarde cuando el sol ya se despedía, un jinete cabalgaba en su burro pinto. El hombre, regresaba de San Juan con su mula parda cargada de provisiones, a la que arreaba con palabras cariñosas.
—¡Vamos Tencha!, no aflojes el paso que ya nomás dejando atrás esta laderita y pronto estaremos en nuestro pueblito San Juvencio —decía el anciano mientras espoleaba al Lechero.
El borrico había sido bautizado así, por sus manchas negras y blancas en su cuerpo; era un ejemplar muy obediente y de silla. El campirano pensaba con orgullo que nada tenía que envidiarle a la gente de a caballo. Pues aquel animal, contaba con el garbo y la energía necesaria para llevarlo a cualquier lugar que se requiriera.
Don Luis Garfio era quien montaba al Lechero y siempre lo acompañaba en sus aventuras otro fiel amigo. Se trataba del Tatamuco, un perro prieto que quizá no tenía buen pedigrí; pero si lealtad, valentía y un gran cariño por su amo.
Era octubre de 1957 y aquel hombre septuagenario, era una clara muestra de vitalidad y de lucha. De los ejemplares que ya no nacen, que fueron “hechos” por Dios con “madera que ya no existe”; que siempre estuvieron dispuestos a “morirse en la raya”. Ese era Don Luis; un viejito con rostro ajado, de complexión enjuta y larguirucha.
El viento chifloneaba y dos lechuzas que estaban en un madroño cerca del camposanto ulularon casi al oscurecer. El arriero que pasaba en ese instante por ahí se estremeció al escuchar tales chirridos. El lugar era lúgubre y siniestro; pero el trajinante si tener miedo alguno, desmontó de su burro para luego decirles algunas palabrotas.
—¡Malditos pajarracos de mal agüero, hijos de su rechiflada máuser! —les gritó el anciano a las aves, al tiempo que remolineaba su honda para lanzarles algunas pedradas.
Atrás quedó el sagrado recinto, que se fue difuminando a la distancia mientras Don Luis y sus amigos ascendían una pequeña cuesta. Las primeras casas del poblado aparecieron; muy pronto arribarían a su hogar.
La noche, el viajero y sus animales; llegaron juntos a una humilde casita de donde brotaban volutas de humo desde la chimenea, las cuales bailoteaban en un vaivén errante al capricho del viento.
Una mujer de cabellera plateada, aguardaba a su compañero un tanto inquieta en la puerta de aquel hogar; que era alumbrado por un quinqué de petróleo y el resplandor ígneo que se escapaba del fogón.
—¡Gracias a Dios que ya llegaste, viejo! —expresó la señora dejando ver una expresión de alegría.
—¡Sí mujer! —asintió el anciano mientras se apeaba del Lechero.
El hombre dejó los víveres en la cocina, después se dirigió hacia el pequeño granero para desensillar a su burro y liberar del aparejo a la mula. En aquel lugar aparte de almacenar la semilla, también guardaba las monturas, los aperos y diversos cachivaches.
Al entrar al desordenado cuarto, se dio cuenta que el ambiente se sentía algo extraño. Pudo confirmarlo, cuando miró a su perro que gruñía nerviosamente. El animal daba dentelladas y veía fijamente hacia al interior del pequeño almacén.
Inesperadamente, de entre las sombras surgió una misteriosa criatura alada; dando horripilantes chillidos y se abalanzó sobre el cuerpo de Don Luis. El ranchero un tanto atónito, masculló algunas palabras con desagrado. Cuando se recuperó del asombro, asió un bieldo con el que ensartó al bicho en la pared.
Cuando el señor miró de qué se trataba, se dio cuenta que era una de las lechuzas del cementerio. Entonces, escupió maldiciendo a la infortunada ave que ya pataleaba moribunda. El hilo de vida de ésta, con el que se aferraba a este mundo; muy pronto se rompería para siempre. Después, el lugareño amarró con un alambre las garras del inerte ser y con desprecio; lo lanzó a la pequeña barranca en las afueras del solar.
Sintiéndose algo fatigado y hambriento, se dirigió a la cocina donde ya su esposa le tenía servida la cena. El rico olor del café le hizo olvidar el mal momento que acababa de tener. El par de ancianos se disponía a degustar sus alimentos cuando de pronto, un torpe aleteo se escuchó en las paredes ahumadas de aquél cuarto.
—¡Ave María Purísima! —exclamó asustada la mujer al mirar al nocturno visitante.
—¡Es un ave, pero de mal agüero! —espetó con rabia el viejo—. ¡Acabo de matar a otra igual, y ahora verás… qué le espera a ésta!
Don Luis, cogió un leño y asestó un certero golpe al nuevo intruso. Era otra de las lechuzas que se había encontrado en el panteón y que en ese momento parecía, que iba a correr con la misma suerte de su compañera.
Su plumaje era muy bello, de colores variados que iban desde el dorado, el pardo hasta algunas zonas que estaban moteadas de blanco. Pero sus ojos infundían miedo, ya que en algunas leyendas de terror que la gente contaba; a éstas, siempre se les relacionaba con la mala hora y la muerte.
Al anciano no le importaron esas historias de miedo que se decían. Estaba fastidiado por el mal momento que le querían hacer pasar aquellos abominables visitantes. De inmediato, desenfundó su daga y la clavó con saña en el cuerpo del desgraciado animal; luego, lo arrojó al fuego de la chimenea.
«—¡Por favor no me maten… tengo hijitos! —se escuchó un alarido funesto y desagradable que salió desde el interior de la hornilla».
Cuando el lamento hubo terminado, una gigantesca llamarada que salía por la boca de la chimenea alumbró los rostros incrédulos de la senil pareja. De súbito, un infernal estruendo se oyó en las entrañas de ésta. Al mismo tiempo, un ser extraño se escapaba por el interior de los tubos corroídos del fogón.
Era otro día y Don Luis, salía de la casa en su burro rumbo al monte. Al pasar por la pequeña barranca, se percató que algunos vecinos se habían concentrado ahí. Pronto se dio cuenta cual era el motivo de tal reunión. A la distancia pudo ver a un hombre ensangrentado del pecho. También divisó a una mujer con gran parte de su cuerpo quemado; ambos yacían muertos.
El viejito taloneó al Lechero y después de avanzar algunos metros, notó que el viento jugueteaba con una pluma blanca que caprichosamente le seguía muy de cerca. Quizá se trataba del espíritu de alguna de las lechuzas; a quien él, había mandado sin escalas al más allá.
Enseñanzas en los Cuentos de Terror y Misterio
Los cuentos de terror y misterio, son una pieza fundamental de la literatura y la cultura popular en todo el mundo. Aunque cada historia es única, suelen compartir elementos como la incertidumbre y la tensión. Esa mezcla adictiva de miedo y excitación, llega a producir sensaciones inquietantes en el lector.
En los cuentos de misterio y terror, también pueden encontrarse enseñanzas. Son historias que nos invitan a reflexionar. Resaltan la importancia de la precaución, el valor de enfrentar nuestros miedos y la necesidad de aplicar la razón. Hacen pensar en la fragilidad de la vida y la existencia del mal.
Cinco Enseñanzas Valiosas
Enseguida te nombraremos cinco enseñanzas, que vas a poder extraer de los cuentos de terror y misterio. Casi todas ellas se encuentran presentes en la historia de las Dos Intrusas; esperamos que logres identificarlas y cuando las ocupes te sean de utilidad.
El valor de la precaución: Son historias con peligros y situaciones inesperadas. Eso nos recuerda que debemos estar preparados para lo desconocido.
Hay que afrontar los miedos: En los cuentos de terror y misterio, los personajes enfrentan sus mayores temores para avanzar y crecer.
La importancia de la razón: En este tipo de relatos, se hace uso de la lógica para resolver acertijos y problemas.
La fragilidad de la vida: En los cuentos de misterio y terror; como en la vida misma, el riesgo de perder la vida está latente.
La existencia del mal: En la oscuridad acechan fuerzas malignas y oscuras, tenemos que estar alertas para enfrentarlas y combatirlas.
Conclusión
Dos Intrusas es una bella historia, inspirada en famosas leyendas populares. Con ella se rescatan algunas costumbres antiguas del campo mexicano. Es un cuento de terror y misterio que también nos aporta varias lecciones y mensajes. Ojalá que hayas disfrutado de este relato de miedo, original de Luis Bustillos Sosa.
Audiocuento
Si prefieres escuchar esta historia en Audiocuento, aquí la tienes. ¡Qué la disfrutes!
Ojalá que este cuento te haya agradado; no te olvides de compartirla con tus familiares y amigos, también en redes sociales.
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